domingo, 16 de julio de 2017

HERMAN MELVILLE (1819 - 1891 U.S.A.)


 
Herman Melville (Nueva York, Estados Unidos, 1 de agosto de 1819 - Ibíd, 28 de septiembre de 1891) fue un escritor, novelista, poeta y ensayista estadounidense, principalmente conocido por su novela Moby-Dick.
 
 
 
Fuentes solitarias
Herman Melville
Aunque veloz vuele la gloriosa fábula de la juventud,
no mires al mundo con ojos mundanos,
ni cambies con el clima de los tiempos.
Evita la llegada de la sorpresa:
quédate donde la Posteridad se quedará;
quédate donde los Antiguos antes se quedaron,
y sumergiendo tu mano en solitarias fuentes
bebe del saber que nunca cambia:
sabio una vez, y sabio para siempre.
 

 
 
 

 

 

WITHMAN (1819 - 1892 U.S.A.)

 
 
Walt Whitman (West Hills, condado de Suffolk, Nueva York, 31 de mayo de 1819Camden, Nueva Jersey, 26 de marzo de 1892) fue un poeta, enfermero voluntario, ensayista, periodista y humanista estadounidense. Su trabajo se inscribe en la transición entre el trascendentalismo y el realismo filosófico, incorporando ambos movimientos a su obra. Whitman está entre los más influyentes escritores del canon estadounidense y ha sido llamado el padre del verso libre.​ Su trabajo fue muy controvertido en su tiempo, en particular por su libro Hojas de hierba, descrito como obsceno por su abierta sexualidad.
 
 
 
 
Yo, tranquilo, serenamente plantado...
Walt Whitman
Yo, tranquilo, serenamente plantado ante la naturaleza,
Amo de todo o señor de todo, sereno en medio de las cosas irracionales.
Imbuido como ellas, pasivo, receptivo, y silencioso, también como ellas,
Conocedor de que mi ocupación, mi pobreza, mi notoriedad
Y mis debilidades son menos importantes de lo que creía,
Hacia el mar mexicano, en el Manhattan o en el Tennessee, o lejos en el norte o tierra adentro,
Hombre de río u hombre de montes o de granjas de estos estados, ribereño del mar o de los lagos de Canadá,
Yo, dondequiera que viva mi vida, quiero hacer frente a las contingencias
Y encarar la noche, las tormentas, el hambre, el ridículo, los accidentes
Y los rechazos como lo hace el animal.
 
 



 
 
 

viernes, 14 de julio de 2017

THOREAU (1817 - 1862 U.S.A.)


 
Henry David Thoreau (Concord, Massachusetts, 12 de julio de 1817 - 6 de mayo de 1862) fue un escritor, poeta y filósofo estadounidense, de tendencia trascendentalista y origen puritano, autor de Walden y La desobediencia civil. Thoreau fue agrimensor, naturalista, conferenciante y fabricante de lápices. Uno de los padres fundadores de la literatura estadounidense, es también el conceptualizador de las prácticas de desobediencia civil, la no violencia y el ecologismo.






La tardanza del poeta.
Henry David Thoreau


En vano veo la mañana mejorar,
En vano observo el occidente brillar,
Quien ociosamente mira hacia otros cielos,
Imaginando la vida por otros caminos.

En medio de tanta riqueza sin límites,
Aún, estoy solo y pobre por dentro,
Los pájaros han cantado su estío,
Pero aún mi primavera no inicia.

He de esperar el viento de otoño,
Obligado a buscar un día más apacible,
y no dejar atrás nidos extraños,
¿No hay bosques aún resonando en mi verso?
 
 
 
 
 
 

 

miércoles, 12 de julio de 2017

POE (1809 - 1849 U.S.A.)


 
Edgar Allan Poe (Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809-Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de 1849) fue un escritor, poeta, crítico y periodista romántico estadounidense, generalmente reconocido como uno de los maestros universales del relato corto, del cual fue uno de los primeros practicantes en su país. Fue renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el inventor del relato detectivesco, contribuyó asimismo con varias obras al género emergente de la ciencia ficción. Por otra parte, fue el primer escritor estadounidense de renombre que intentó hacer de la escritura su modus vivendi, lo que tuvo para él lamentables consecuencias.





 
 
 
 
Lucero vespertino
Edgar Allan Poe 


Ocurrió una medianoche
a mediados de verano;
lucían pálidas estrellas
tras el potente halo
de una luna clara y fría
que iluminaba las olas
rodeada de planetas,
esclavos de su señora.
Detuve mi mirada
en su sonrisa helada

-demasiado helada para mí-;
una nube le puso un velo
de lanudo terciopelo
y entonces me fijé en ti.
Lucero orgulloso,
remoto, glorioso,
yo siempre tu brillo preferí;
pues mi alma jalea
la orgullosa tarea
que cumples de la noche a la mañana,
y admiro más, desde luego,
tu lejanísimo fuego
que esa otra luz, más fría, más cercana.
 
 
 
 

 

LONGFELLOW (1807 - 1882 U.S.A.)




Henry Wadsworth Longfellow (27 de febrero de 1807-24 de marzo de 1882) fue un poeta estadounidense que escribió trabajos que aún hoy siguen gozando de fama popular, entre los que están The Song of Hiawatha, Paul Revere's Ride y Évangéline. También escribió la primera traducción estadounidense de la Divina Comedia de Dante Alighieri y fue uno de los cinco miembros del grupo conocido como los Fireside Poets (Poetas hogareños). Nació en Maine, vivió la mayor parte de su vida en Cambridge, Massachusetts, en una casa ocupada durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos por el general George Washington y sus mandos.
 

 
 
 



El barco fantasma.
Henry Wadsworth Longfellow  

En el Magnalia Christy,
de los viejos tiempos coloniales,
puede encontrarse la leyenda en prosa
de lo que aquí está puesto en rima.

Un barco partió de New Haven
y el frío aire que hinchaba las velas,
al zarpar, se llenaba con las
oraciones de los hombres buenos.

"Oh, Señor, si es tu voluntad",
rogaban al Divino,
"sepultar a nuestros amigos el océano
llévatelos, pues tuyos son".

Pero el capitán Lamberton murmuró y
dijo para sí:
"Este barco es tan raro y caprichoso
que temo que sea nuestra tumba".

Y los barcos que venían de Inglaterra,
cuando los meses de invierno pasaron,
no trajeron nuevas de este barco
ni del capitán Lamberton.

La gente se puso a rezar
para que el Señor les permitiera saber
lo que, en su gran sabiduría,
había hecho de sus queridos amigos.

Por fin sus oraciones tuvieron respuesta;
corría el mes de junio
y faltaba una hora para la puesta de sol
de una tarde de viento.

Cuando se vio un barco
dirigirse a tierra con rumbo seguro
y supieron que se trataba del amo Lamberton,
que había partido hacía tanto tiempo.

Se acercó con una nube de velas
contra el viento que soplaba,
hasta que la vista podía distinguir
los rostros de la tripulación.

Entonces cayeron sus firmes mástiles
enredados en los obenques,
y las velas se soltaron
y salieron volando como nubes.

Los palos cayeron, despacio,
uno a uno, arrastrando las jarcias
y todo el conjunto se desvaneció
como la niebla al sol.

Las gentes que vieron este prodigio
dijeron a sus amigos
que aquella era la imagen de su barco
y aquél su trágico final.

Y el pastor del pueblo
Dio gracias a Dios en su oración
Por haber enviado este barco por el aire,
Para calmar sus inquietos espíritus.


 
 

EMERSON (1803 - 1882 U.S.A.)



Ralph Waldo Emerson (Boston, Massachusetts, 25 de mayo de 1803Concord, Massachusetts, 27 de abril de 1882) fue un escritor, filósofo y poeta estadounidense. Líder del movimiento del trascendentalismo a principios del siglo XIX, sus enseñanzas contribuyeron al desarrollo del movimiento del «Nuevo Pensamiento», a mediados del siglo XIX.
 
 
 
El Pasado
Ralph Waldo Emerson

La deuda está saldada,
El veredicto dicho,
Las furias aplacadas,
La peste está detenida.
Los destinos hechos;
Gira la llave y traba la puerta,
Dulce es la muerte para siempre.
Ni elevadas esperanzas, ni antiguos disgustos,
Ni odios mortales, pueden ingresar.
Todo está allí ahora seguro e inalterable;
Ni los dioses pueden sacudir el Pasado;
Es vano correr a la puerta adamantina
Clausurada para siempre.
Nadie puede volver a entrar,
Ni un ladrón muy atildado,
Ni Satán con un truco espléndido
Pueden filtrarse por la ventana, fisura o agujero,
Para anudar o desatar, agregar lo que faltaba,
Insertar una página, fraguar un nombre,
Mejorar o terminar lo que está sellado,
Alterar o enmendar un hecho eterno.
 
 

 
 

lunes, 27 de marzo de 2017

PALABRAS DE WALT WHITMAN



“Ni yo ni otro ninguno puede recorrer este camino en tu lugar; Tú, sólo tú, debes recorrerlo no es largo, está a tu alcance; Quizá, sin percatarte, te hallas en él desde que naciste; quizá está en todas partes, en el mar y en la tierra.” Hojas de hierba 

“Al comenzar mis estudios, el primer paso me agradó tanto, el mero hecho de la conciencia, estas formas, el poder del movimiento, el último insecto o animal, los sentidos, la vista, el amor; el primer paso, como digo, me sobrecogió, agradándome tanto que apenas he avanzado algo y apenas he deseado continuar. Casi prefiero detenerme y vagar para siempre, con el fin de cantarlo en canciones extáticas.” Hojas de hierba   

“De mí, hacia ti, alegres serenatas, danzas propongo para saludarte, ornamentos y festines para ti, Y los espectáculos del paisaje descubiertos, y el alto y dilatado cielo que te corresponden, Y la vida y los campos, y la inmensa y meditabunda noche. La noche silenciosa bajo innúmeras estrellas, Las riberas del océano y la bronca ola murmurante cuya voz yo conozco, Y el alma volviéndose a ti, ¡Oh, muerte! Inmensa y bien velada, Y el cuerpo cobijándose con reconocimiento, cerca de ti. Por encima de las copas de los árboles, yo hago flotar hacia ti un cántico Por encima de las olas que suben y bajan, por encima de miríadas de campos y de amplias praderas, Por encima de ciudades apretujadas, y los muelles y los ferrocarriles hirviendo multitudes, Yo hago flotar con alegría hacia ti ¡Oh, muerte!” Hojas de hierba 

“Las batallas se pierden con el mismo espíritu con que se ganan.” Hojas de hierba 

“¿Eres la nueva persona atraída por mí? Para comenzar te prevengo: yo soy, sin duda, harto diferente de lo que tú supones; ¿Supones que has encontrado en mí tu ideal? ¿Crees que es fácil convertirme en tu amante? ¿Crees que mi amistad ha de ser una pura satisfacción? ¿Crees que yo soy fiel y veraz? ¿No ves nada más detrás de esta fachada, de estas mis maneras suaves y tolerantes? ¿Supones que avanzo por un terreno firme hacia el verdadero hombre heroico? ¿No sospechas, ¡Ah, soñador! Que todo esto pueda ser quizás una ilusión?” Hojas de hierba 

“Yo he dicho que el alma no es más que el cuerpo, Y he dicho que el cuerpo no es más que el alma; Y que nada, ni siquiera Dios, es más grande para cualquiera que una partícula de sí mismo, Y que cualquiera que marche un kilómetro sin simpatía, avanza hacia sus funerales cubierto con su mortaja, Y que tú o yo, sin un céntimo en el bolsillo, podemos adquirir lo mejor que en la tierra existe, Y que mirar con un solo ojo o mostrar una habichuela en su vaina confunde la sabiduría de todos los tiempos, Y que no existe trabajo o empleo que, siguiéndolo un hombre joven, a la postre no lo convierta en un héroe, Y que no hay objeto, por frágil que sea, que no sirva de eje para la rueda del universo, Y yo le digo a todo hombre y a toda mujer: que tu alma se mantenga serena y tranquila ante un millón de universos.” Hojas de hierba 

“¡Oh, capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje ha concluido, El barco ha sorteado todos los escollos, el precio que pedimos lo hemos ganado, El puerto está a la vista, escucho las campanas, todo el mundo se exulta, Mientras que las miradas siguen la firme carena, el valiente y audaz navío. Pero, ¡Oh corazón, corazón! ¡Oh, las sangrientas gotas rojas, Allí sobre el puente donde yace mi capitán, Tendido, helado y muerto. ¡Oh, capitán! ¡Mi capitán! Levántate y escucha las campanas; Levántate; para ti la bandera se ha izado; para ti el clarín resuena...” Hojas de hierba 

“Lo que satisface el alma es la verdad.”  

“Ahora conozco el secreto de hacer la mejor persona: crecer bajo el aire abierto y comer y dormir con la tierra.” 

“Si llego a mi destino ahora mismo, lo aceptaré con alegría, y si no llego hasta que transcurran diez millones de años, esperaré alegremente también.” Hojas de hierba 

“A mi juicio, el mejor gobierno es el que deja a la gente en paz.” 

“La vida es lo poco que nos sobra de la muerte.” 

Me celebro y me canto.Hojas de hierba 

“Para mí, cada hora del día y la noche, es un indescriptible y perfecto milagro.” 

Si algo es sagrado, ése es el cuerpo humano.Hojas de hierba 

“Lo más común, vulgar, próximo y simple, eso soy yo.” 

“Creo en la carne y en los apetitos, ver, oír, tocar... ¡Cuántos milagros! Y cada parte de mi ser es un milagro.” 

“Cíñete a mí, noche del seno desnudo; cíñete a mí, ¡noche ardiente y nutricia!” 

“Mira tan lejos como puedas, hay espacio ilimitado allá, cuenta tantas horas como puedas, hay tiempo ilimitado antes y después.” 

El vaho de mi propio aliento; Ecos, ondas, susurros, raíces del amor, filamentos de seda, los caprichosos sarmientos y la vid; Mi respiración y mi inspiración, el latido de mi corazón, el paso de mi sangre y del aire a través de mis pulmones; El aroma de las verdes hojas y el de las hojas secas, y el de la ribera, y el oscuro color de las rocas marinas y el del heno en el henil; El sonido de las palabras musitadas por mi voz, palabras arrojadas a los remolinos del viento; Unos suaves besos, unos cuantos abrazos, un ceñir de brazos; El juego de luces y de sombras entre la arboleda cuando la brisa la balancea; La deleitosa soledad, ya en medio del bullicio callejero, ya en la inmensidad de los campos y en las laderas de los montes; La sensación de la salud, los trinos bajo la luna llena, la canción de mi despertar en el lecho encontrándome con el sol. ¿Has contado alguna vez mil acres? ¿No has calculado que toda la tierra era mucho? ¿Has empleado tanto tiempo para aprender a leer? ¿Te has sentido orgulloso al desentrañar el sentido de los poemas?Hojas de hierba 

El pasado y el presente se desvanecen los he colmado, los he vaciado, Y, para el futuro, me apresto a llenar mi próxima cuna.Hojas de hierba 

Desde los ríos acorralados que padecen, Desde esta parte de mí mismo sin la cual yo nada sería, Desde lo que yo estoy decidido a tornar ilustre, aunque me encuentre solo entre los hombres, Desde mi propia voz resonante, cantando al falo, Cantando el himno de la procreación, Cantando la necesidad de niños soberbios y, por lo mismo, de soberbios adultos, Cantando el impulso del músculo y la fusión en el abrazo, Cantando el himno del compañero de lecho ( ¡Oh, el irresistible anhelo! ) ¡Oh, para todos y para cada uno la recíproca atracción del cuerpo! Oh, para ti, quienquiera que seas, tu cuerpo recíproco! ¡Oh, este cuerpo, más que todo el resto, objeto de tu propia delectación!” Hojas de hierba 

A ti, que no has nacido aún, te dirijo estos cantos. Cuando leas esto, yo que ahora soy visible, me habré vuelto invisible, entonces tú serás compacto, visible, y realizarás mis poemas, volviéndote hacia mí, imaginando cuán dichoso sería yo si pudiese estar contigo y ser tu camarada: haz como si yo estuviera contigo (no lo dudes mucho, porque yo estoy ahora contigo).” Hojas de hierba
 

viernes, 27 de enero de 2017

EL CUERVO Y OTROS POEMAS DE E.A.POE


 
 
 
EL CUERVO

 I
En una noche pavorosa, inquieto
releía un vetusto mamotreto
cuando creí escuchar
un extraño ruido, de repente
como si alguien tocase suavemente
a mi puerta: «Visita impertinente
es, dije y nada más » .

II
¡Ah! me acuerdo muy bien; era en invierno
e impaciente medía el tiempo eterno
cansado de buscar
en los libros la calma bienhechora
al dolor de mi muerta Leonora
que habita con los ángeles ahora
¡para siempre jamás!

III
Sentí el sedeño y crujidor y elástico
rozar de las cortinas, un fantástico
terror, como jamás
sentido había y quise aquel ruido
explicando, mi espíritu oprimido
calmar por fin: «Un viajero perdido
es, dije y nada más ».

IV
Ya sintiendo más calma: «Caballero
exclamé, o dama, suplicaros quiero
os sirváis excusar
mas mi atención no estaba bien despierta
y fue vuestra llamada tan incierta...»
Abrí entonces de par en par la puerta:
tinieblas nada más.

V
Miro al espacio, exploro la tiniebla
y siento entonces que mi mente puebla
turba de ideas cual
ningún otro mortal las tuvo antes
y escucho con oídos anhelantes
«Leonora » unas voces susurrantes
murmurar nada más.

VI
Vuelvo a mi estancia con pavor secreto
y a escuchar torno pálido e inquieto
más fuerte golpear;
«algo, me digo, toca en mi ventana,
comprender quiero la señal arcana
y calmar esta angustia sobrehumana »:
¡el viento y nada más!

VII
Y la ventana abrí: revolcando
vi entonces un cuervo venerando
como ave de otra edad;
sin mayor ceremonia entró en mis salas
con gesto señorial y negras alas
y sobre un busto, en el dintel, de Palas
posóse y nada más.


VIII
Miro al pájaro negro, sonriente
ante su grave y serio continente
y le comienzo a hablar,
no sin un dejo de intención irónica:
«Oh cuervo, oh venerable ave anacrónica,
¿cuál es tu nombre en la región plutónica? »
Dijo el cuervo: «Jamás ».

IX
En este caso al par grotesco y raro
maravilléme al escuchar tan claro
tal nombre pronunciar
y debo confesar que sentí susto
pues ante nadie, creo, tuvo el gusto
de un cuervo ver, posado sobre un busto
con tal nombre: «Jamás ».

X
Cual si hubiese vertido en ese acento
el alma, calló el ave y ni un momento
las plumas movió ya,
«otros de mí han huido y se me alcanza
que él partirá mañana sin tardanza
como me ha abandonado la esperanza »;
dijo el cuervo: «¡Jamás! »

XI
Una respuesta al escuchar tan neta
me dije, no sin inquietud secreta,
«Es esto nada más.
Cuanto aprendió de un amo infortunado,
a quien tenaz ha perseguido el hado
y por solo estribillo ha conservado
¡ese jamás, jamás! » 

XII
Rodé mi asiento hasta quedar enfrente
de la puerta, del busto y del vidente
cuervo y entonces ya
reclinado en la blanda sedería
en ensueños fantásticos me hundía,
pensando siempre que decir querría
aquel jamás, jamás.

XIII
Largo tiempo quedéme así en reposo
aquel extraño pájaro ominoso
mirando sin cesar,
ocupaba el diván de terciopelo
do juntos nos sentamos y en mi duelo
pensaba que Ella, nunca en este suelo
lo ocuparía más.

XIV
Entonces parecióme el aire denso
con el aroma de quemado incienso
de un invisible altar;
y escucho voces repetir fervientes:
«Olvida a Leonor, bebe el nepenthes
bebe el olvido en sus letales fuentes »;
dijo el cuervo: «¡Jamás! »


XV
«Profeta, dije, augur de otras edades
que arrojaron las negras tempestades
aquí para mi mal,
huésped de esta morada de tristura,
dí, fosco engendro de la noche oscura,
si un bálsamo habrá al fin a mi amargura »:
dijo el cuervo: «¡Jamás! »

XVI
«Profeta, dije, o diablo, infausto cuervo
por Dios, por mí, por mi dolor acerbo,
por tu poder fatal
dime si alguna vez a Leonora
volveré a ver en la eternal aurora
donde feliz con los querubes mora »;
dijo el cuervo:  «¡Jamás! »

XVII
«Sea tal palabra la postrera
retorna a la plutónica rivera,»
grité: «¡No vuelvas más,
no dejes ni una huella, ni una pluma
y mi espíritu envuelto en densa bruma
libra por fin el peso que le abruma! »
dijo el cuervo:  «¡Jamás! »

XVIII
Y el cuervo inmóvil, fúnebre y adusto
sigue siempre de Palas sobre el busto
y bajo mi fanal,
proyecta mancha lúgubre en la alfombra
y su mirada de demonio asombra...
¡Ay! ¿Mi alma enlutada de su sombra
se librará? ¡Jamás!



EL VALLE DE LA INQUIETUD

HUBO aquí un valle antaño, callado y sonriente,
donde nadie habitaba:
partiéronse las gentes a la guerra,
dejando a los luceros, de ojos dulces,
que velaran, de noche, desde azuladas torres,
las flores, y en el centro del valle, cada día,
la roja luz del sol se posaba, indolente.
Mas ya quien lo visite advertiría
la inquietud de ese valle melancólico.
No hay en él nada quieto,
sino el aire, que ampara
aquella soledad de maravilla.
¡Ah! Ningún viento mece aquellos árboles,
que palpitan al modo de los helados mares
en torno de las Hébridas brumosas.
¡Ah! Ningún viento arrastra aquellas nubes,
que crujen levemente por el cielo intranquilo,
turbadas desde el alba hasta la noche,
sobre las violetas que allí yacen,
como ojos humanos de mil suertes,
sobre ondulantes lirios,
que lloran en las tumbas ignoradas.
Ondulan, y de sus fragantes cimas
cae eterno rocío, gota a gota.
Lloran, y por sus tallos delicados,
como aljófar, van lágrimas perennes.

EL VALLE INTRANQUILO

Hubo un tiempo en que el valle sonreía,
silencioso, aunque nadie allí vivía;
su gente había marchado hacia la guerra
confiando el cuidado de esa sierra,
por la noche, a la mirada fiel
de las estrellas desde su azul cuartel
y de día, a los rojos resplandores
del sol que dormitaba entre las flores.
Mas ahora para todo visitante
el valle triste es inquieto e inquietante.
Nada allí se detiene un solo instante...
nada salvo el aire que se cierne
sobre la soledad mágica y perenne.

¡Ah, ningún viento agita los ramajes
que palpitan como el glacial oleaje
en torno a las Hébridas salvajes!
¡Ah, ningún viento empuja el furtivo
manto de nubes que, sin respiro,
surcan durante el día el cielo esquivo
sobre las violetas allí esparcidas
como ojos humanos de mil medidas...!
sobre las ondeantes azucenas
que lloran junto a las tumbas ajenas!
Ondean: y en sus pétalos más tiernos
se juntan gotas de rocío sempiterno.
Lloran: y por sus tallos claudicantes
bajan perennes lágrimas como diamantes.