Henry Wadsworth Longfellow (27 de febrero
de 1807-24 de marzo
de 1882)
fue un poeta
estadounidense que escribió trabajos que aún hoy
siguen gozando de fama popular, entre los que están The
Song of Hiawatha, Paul Revere's Ride y Évangéline.
También escribió la primera traducción estadounidense de la Divina Comedia de Dante Alighieri
y fue uno de los cinco miembros del grupo conocido como los Fireside Poets (Poetas hogareños). Nació en Maine, vivió la mayor parte de su vida en Cambridge,
Massachusetts, en una casa ocupada durante la Guerra de Independencia de los
Estados Unidos por el general George
Washington y sus mandos.
El barco fantasma.
Henry Wadsworth Longfellow
En
el Magnalia Christy,
de los viejos tiempos coloniales,
puede encontrarse la leyenda en prosa
de lo que aquí está puesto en rima.
Un barco partió de New Haven
y el frío aire que hinchaba las velas,
al zarpar, se llenaba con las
oraciones de los hombres buenos.
"Oh, Señor, si es tu voluntad",
rogaban al Divino,
"sepultar a nuestros amigos el océano
llévatelos, pues tuyos son".
Pero el capitán Lamberton murmuró y
dijo para sí:
"Este barco es tan raro y caprichoso
que temo que sea nuestra tumba".
Y los barcos que venían de Inglaterra,
cuando los meses de invierno pasaron,
no trajeron nuevas de este barco
ni del capitán Lamberton.
La gente se puso a rezar
para que el Señor les permitiera saber
lo que, en su gran sabiduría,
había hecho de sus queridos amigos.
Por fin sus oraciones tuvieron respuesta;
corría el mes de junio
y faltaba una hora para la puesta de sol
de una tarde de viento.
Cuando se vio un barco
dirigirse a tierra con rumbo seguro
y supieron que se trataba del amo Lamberton,
que había partido hacía tanto tiempo.
Se acercó con una nube de velas
contra el viento que soplaba,
hasta que la vista podía distinguir
los rostros de la tripulación.
Entonces cayeron sus firmes mástiles
enredados en los obenques,
y las velas se soltaron
y salieron volando como nubes.
Los palos cayeron, despacio,
uno a uno, arrastrando las jarcias
y todo el conjunto se desvaneció
como la niebla al sol.
Las gentes que vieron este prodigio
dijeron a sus amigos
que aquella era la imagen de su barco
y aquél su trágico final.
Y el pastor del pueblo
Dio gracias a Dios en su oración
Por haber enviado este barco por el aire,
Para calmar sus inquietos espíritus.
de los viejos tiempos coloniales,
puede encontrarse la leyenda en prosa
de lo que aquí está puesto en rima.
Un barco partió de New Haven
y el frío aire que hinchaba las velas,
al zarpar, se llenaba con las
oraciones de los hombres buenos.
"Oh, Señor, si es tu voluntad",
rogaban al Divino,
"sepultar a nuestros amigos el océano
llévatelos, pues tuyos son".
Pero el capitán Lamberton murmuró y
dijo para sí:
"Este barco es tan raro y caprichoso
que temo que sea nuestra tumba".
Y los barcos que venían de Inglaterra,
cuando los meses de invierno pasaron,
no trajeron nuevas de este barco
ni del capitán Lamberton.
La gente se puso a rezar
para que el Señor les permitiera saber
lo que, en su gran sabiduría,
había hecho de sus queridos amigos.
Por fin sus oraciones tuvieron respuesta;
corría el mes de junio
y faltaba una hora para la puesta de sol
de una tarde de viento.
Cuando se vio un barco
dirigirse a tierra con rumbo seguro
y supieron que se trataba del amo Lamberton,
que había partido hacía tanto tiempo.
Se acercó con una nube de velas
contra el viento que soplaba,
hasta que la vista podía distinguir
los rostros de la tripulación.
Entonces cayeron sus firmes mástiles
enredados en los obenques,
y las velas se soltaron
y salieron volando como nubes.
Los palos cayeron, despacio,
uno a uno, arrastrando las jarcias
y todo el conjunto se desvaneció
como la niebla al sol.
Las gentes que vieron este prodigio
dijeron a sus amigos
que aquella era la imagen de su barco
y aquél su trágico final.
Y el pastor del pueblo
Dio gracias a Dios en su oración
Por haber enviado este barco por el aire,
Para calmar sus inquietos espíritus.
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