miércoles, 28 de octubre de 2015

POESÍA CUBANA (II PARTE)

 
Paisaje cubano. Oleo del pintor cubano Hanoi Martínez León.
 
 
 
EL CAMINO DE DAMASCO

Lejos brilla el Jordán de azules ondas
que esmalta el Sol de lentejuelas de oro,
atravesando las tupidas frondas,
pabellón verde del bronceado toro.

Del majestuoso Líbano en la cumbre
erige su ramaje el cedro altivo,
y del día estival bajo la lumbre
desmaya en los senderos el olivo.

Piafar se escuchan árabes caballos
que, a través de la cálida arboleda,
van levantando con su férreos callos,
en la ancha ruta, opaca polvareda.

Desde el confín de las lejanas costas,
sombreadas por los ásperos nopales,
enjambres purpurinos de langostas
vuelan a los ardientes arenales.

Ábrense en las llanuras las cavernas
pobladas de escorpiones encarnados,
y al borde de las límpidas cisternas
embalsaman el aire los granados.

En fogoso corcel de crines blancas,
lomo robusto, refulgente casco,
belfo espumante y sudorosas ancas,
marcha por el camino de Damasco.

Saulo, eleva su bruñida lanza
que, a los destellos de la luz febea,
mientras el bruto relinchando avanza,
entre nubes de polvo centellea.

Tras las hojas de oscuros olivares
mira de la ciudad los minaretes,
y encima de los negros almenares
ondear los azulados gallardetes.

Súbito, desde lóbrego celaje
que desgarró la luz de hórrido rayo,
oye la voz de célico mensaje,
cae transido de mortal desmayo,

bajo el corcel ensangrentado rueda,
su lanza estalla con vibrar sonoro
y, a los reflejos de la luz, remeda
sierpe de fuego con escamas de oro.
Manuel Navarro Luna
CANCIÓN CAMPESINA PARA CANTARLA EN LA CIUDAD (fragmento)

Las azadas muerden la carne de la tierra,
y, poco a poco,
la despedazan.
¡En todos los caminos,
en los caminos blancos y en los caminos grises
montones de carne se levantan!
El silencio contrae los músculos curtidos de su rostro;
pero no deja de clavar la azada.
¡Sin hambre,
sin fatiga,
sin cansancio,
el silencio trabaja.

¡Trae todas las palabras que encuentres perdidas;
todos los gritos que encuentres desamparados,
y échalos,
si quieres,
en las bocas hambrientas de los charcos!
¡Es una carne inútil
que se pudre en el campo!
¡Pero no traigas el silencio campesino
porque está trabajando!
 
Eugenio Florit
MARTIRIO DE SAN SEBASTIÁN  (fragmento)

Sí, venid a mis brazos, palomitas de hierro;
palomitas de hierro, a mi vientre desnudo.
Qué dolor de caricias agudas.
Sí, venid a morderme la sangre,
a este pecho, a estas piernas, a la ardiente mejilla.
Venid, que ya os recibe el alma entre los labios.
Sí, para que tengáis nido de carne
y semillas de hueso ateridos;
para que hundáis el pico rojo
en el haz de mis músculos.
Venid a mis ojos, que puedan ver la luz;
a mis manos, que toquen forma imperecedera;
a mis oídos, que se abran a las aéreas músicas;
a mi boca, que guste las mieles infinitas;
a mi nariz, para el perfume de las eternas rosas.
Venid, sí, duros ángeles de fuego,
pequeños querubines de alas tensas.
Sí, venid a soltarme las amarras
para lanzarme al viaje sin orillas.
[…]
Ya voy, Señor. ¡Ay! qué sueño de soles,
qué camino de estrellas en mi sueño.
Ya sé que llega mi última paloma…
¡Ay! Ya está bien, Señor, que te la llevo
hundida en un rincón de las entrañas.
 
 
Regino Pedroso
SALUTACIÓN FRATERNAL AL TALLER MECÁNICO (fragmento)

Tensión violenta del esfuerzo
muscular. Lenguas de acero, las mandarrias
ensayan en los yunques poemas estridentistas
de literatura de vanguardia.
    Metalurgia sinfónica
de instrumentales maquinarias;
ultraístas imágenes de transmisiones y poleas;
exaltación soviética de fraguas.
    ¡Oh, taller, férreo ovario de producción! Jadeas
como un gran tórax que se cansa.
Tema de moda del momento
para geométrico cubismo
e impresionismo de metáforas.
    Pero tienes un alma colectiva
hecha de luchas societarias;
de inquietudes, de hambre, de lasceria,
de pobres carnes destrozadas:
alma forjada al odio de injusticias sociales
y  anhelos sordos de venganza…
Te agitas, sufres,
Eres más que un motivo de palabras
Sé un dolor perenne,
sé tu ansiedad humana,
sé como largos siglos de ergástulas te han hecho
una conciencia acrática.
    Me hablas de Marx, del Kuo Ming Tang, de Lenin;
y en el deslumbramiento de Rusia libertada
vives un sueño ardiente de redención;
palpitas, anhelas, sueñas; lo puedes todo y sigues
tu oscura vida esclava.
[…]
¿Fundirán tus crisoles los nuevos postulados?
¿Eres sólo un vocablo de lo industrial: la  fábrica?
¿O también eres templo
de amor, de fe, de intensos anhelos ideológicos
y comunión de razas…?
    Yo dudo a veces, y otras,
palpito, y tiemblo, y vibro con tu inmensa esperanza;
y oigo en mi carne la honda VERDAD de tus apóstoles:
¡que eres la entraña cósmica que incubas el mañana!
 

Nicolás Guillén

CANTO NEGRO

¡Yambambó, yambambé!
Repica el congo solongo,
repica el negro bien negro;
congo solongo del Songo
baila yambó sobre un pie.
Mamatomba,
serembe cuserembá.
El negro canta y se ajuma
el negro se ajuma y canta,
el negro canta y se va.
Acuememe serembó.
                       aé;
                       yambó,
                       aé.
Tamba, tamba, tamba, tamba,
tamba del negro que tumba:
tumba del negro, caramba,
caramba, que el negro tumba:
¡yamba, yambó, yambambé!
 
Ramón Guirao
BAILADORA DE RUMBA

Bailadora de guaguancó,
piel negra,
tersura de bongó.
    Agita la maraca de su risa
con los dedos de leche
de sus dientes.
Pañuelo rojo
-seda-,
bata blanca
-almidón-,
recorren el trayecto
de una cuerda
en un ritmo afrocubano
de
    guitarra,
    clave
    y cajón.
    «¡Arriba, María Antonia,
alabao sea Dió!»
Las serpientes de sus brazos
van soltando las cuentas
de un collar de jabón.
 
Emilio Ballagas
ELEGIA TERCERA
 
A Manuel Navarro Luna
 
Me veo morir en muertes sucesivas,
en espiral de muerte inacabable
por espejos de muerte presidida.
 
De una muerte a otra muerte presurosa
teje una araña verdinegra y grave
hilos de muerte dulce y conmovida.
Llueve la muerte en diminutas muertes,
en ceniza dispersa y silenciosa.
Llueve la muerte en círculos de otoño,
llueve en maduras hojas desprendidas
Y llueve y llueve herida por el viento
en pequeñas agujas de amargura
y rotas amapolas sin destino.
 
A través de la niebla equivocada
adivino los labios que tenías,
el tacto musical que me acercabas,
los paisajes con humo de tu abrazo…
y en la fugaz herida del relámpago
se enciende para huir sin voz ni huellas
el armonioso nombre que esgrimías.
 
Lento deshielo y agua desolada
va río abajo, corazón adentro,
anhelosa de tumba la corriente
en que flotando como rama seca,
inútil tu memoria de luceros
busca en mi mar suicidio, pide olvido.
 
Agustín Acosta
DÉCIMA
 
¡Gigantesco acorazado
que va extendiendo su imperio
y edifica un cementerio
con las ruinas del pasado…!
Lazo extranjero apretado
con lucro alevoso y cierto;
lazo del verdugo experto
en torno al cuello nativo…
¡Mano que tumba el olivo
y se apodera del huerto…!
 
 
 
José Z. Tallet
PARA DORMIR A UN NEGRITO

Dórmiti mi nengre,
dórmiti ningrito.
Caimito y merengue,
merengue y caimito.
    Dórmiti mi nengre,
mi nengre bonito.
¡Diente de merengue,
bemba de caimito!
    Cuando tú sia glandi
vá a sé bosiador…
Nengre de mi vida,
nengre de mi amor…
    (Mi chiviricoquí,
chiviricocó…
¡Yo gualda pa ti
tajá de melón!)
    Si no calla bemba
y no limpia moco,
le va’ abrí la puetta
a Visente e’ loco.
    Si no calle bemba,
te va’ da e’ sutto.
Te va’ llevá e´ loco
dentre su macuto.
    Ne la mata e’ güira
te ñama sijú.
Confío en la puetta
ttá e’ tatajú…
    Dórmiti mi nengre,
cara ‘e bosiador,
nengre de mi vida,
nengre de mi amor.
    Mi chiviricoco,
chiviricoquito.
Caimito y merengue,
merengue y caimito.
    A’ora yo te acuesta
‘la ‘maca ‘e papito
y te mese suave…
du’ce… depasito…
y mata la pugga
y epanta moquito
pa que droma bien
mi nengre bonito…
 
 
 

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