Paisaje cubano. Oleo del pintor cubano Hanoi Martínez León.
EL CAMINO DE DAMASCO
Lejos brilla el Jordán de azules ondas que esmalta el Sol de lentejuelas de oro, atravesando las tupidas frondas, pabellón verde del bronceado toro. Del majestuoso Líbano en la cumbre erige su ramaje el cedro altivo, y del día estival bajo la lumbre desmaya en los senderos el olivo. Piafar se escuchan árabes caballos que, a través de la cálida arboleda, van levantando con su férreos callos, en la ancha ruta, opaca polvareda. Desde el confín de las lejanas costas, sombreadas por los ásperos nopales, enjambres purpurinos de langostas vuelan a los ardientes arenales. Ábrense en las llanuras las cavernas pobladas de escorpiones encarnados, y al borde de las límpidas cisternas embalsaman el aire los granados. En fogoso corcel de crines blancas, lomo robusto, refulgente casco, belfo espumante y sudorosas ancas, marcha por el camino de Damasco. Saulo, eleva su bruñida lanza que, a los destellos de la luz febea, mientras el bruto relinchando avanza, entre nubes de polvo centellea. Tras las hojas de oscuros olivares mira de la ciudad los minaretes, y encima de los negros almenares ondear los azulados gallardetes. Súbito, desde lóbrego celaje que desgarró la luz de hórrido rayo, oye la voz de célico mensaje, cae transido de mortal desmayo, bajo el corcel ensangrentado rueda, su lanza estalla con vibrar sonoro y, a los reflejos de la luz, remeda sierpe de fuego con escamas de oro.
Manuel
Navarro Luna
CANCIÓN
CAMPESINA PARA CANTARLA EN LA CIUDAD (fragmento)
Las azadas muerden la carne de la tierra, y, poco a poco, la despedazan. ¡En todos los caminos, en los caminos blancos y en los caminos grises montones de carne se levantan! El silencio contrae los músculos curtidos de su rostro; pero no deja de clavar la azada. ¡Sin hambre, sin fatiga, sin cansancio, el silencio trabaja. ¡Trae todas las palabras que encuentres perdidas; todos los gritos que encuentres desamparados, y échalos, si quieres, en las bocas hambrientas de los charcos! ¡Es una carne inútil que se pudre en el campo! ¡Pero no traigas el silencio campesino porque está trabajando!
Eugenio
Florit
MARTIRIO
DE SAN SEBASTIÁN (fragmento)
Sí, venid a mis brazos, palomitas de hierro; palomitas de hierro, a mi vientre desnudo. Qué dolor de caricias agudas. Sí, venid a morderme la sangre, a este pecho, a estas piernas, a la ardiente mejilla. Venid, que ya os recibe el alma entre los labios. Sí, para que tengáis nido de carne y semillas de hueso ateridos; para que hundáis el pico rojo en el haz de mis músculos. Venid a mis ojos, que puedan ver la luz; a mis manos, que toquen forma imperecedera; a mis oídos, que se abran a las aéreas músicas; a mi boca, que guste las mieles infinitas; a mi nariz, para el perfume de las eternas rosas. Venid, sí, duros ángeles de fuego, pequeños querubines de alas tensas. Sí, venid a soltarme las amarras para lanzarme al viaje sin orillas. […] Ya voy, Señor. ¡Ay! qué sueño de soles, qué camino de estrellas en mi sueño. Ya sé que llega mi última paloma… ¡Ay! Ya está bien, Señor, que te la llevo hundida en un rincón de las entrañas.
Regino Pedroso
SALUTACIÓN FRATERNAL AL TALLER MECÁNICO
(fragmento)
Tensión violenta del esfuerzo muscular. Lenguas de acero, las mandarrias ensayan en los yunques poemas estridentistas de literatura de vanguardia. Metalurgia sinfónica de instrumentales maquinarias; ultraístas imágenes de transmisiones y poleas; exaltación soviética de fraguas. ¡Oh, taller, férreo ovario de producción! Jadeas como un gran tórax que se cansa. Tema de moda del momento para geométrico cubismo e impresionismo de metáforas. Pero tienes un alma colectiva hecha de luchas societarias; de inquietudes, de hambre, de lasceria, de pobres carnes destrozadas: alma forjada al odio de injusticias sociales y anhelos sordos de venganza… Te agitas, sufres, Eres más que un motivo de palabras Sé un dolor perenne, sé tu ansiedad humana, sé como largos siglos de ergástulas te han hecho una conciencia acrática. Me hablas de Marx, del Kuo Ming Tang, de Lenin; y en el deslumbramiento de Rusia libertada vives un sueño ardiente de redención; palpitas, anhelas, sueñas; lo puedes todo y sigues tu oscura vida esclava. […] ¿Fundirán tus crisoles los nuevos postulados? ¿Eres sólo un vocablo de lo industrial: la fábrica? ¿O también eres templo de amor, de fe, de intensos anhelos ideológicos y comunión de razas…? Yo dudo a veces, y otras, palpito, y tiemblo, y vibro con tu inmensa esperanza; y oigo en mi carne la honda VERDAD de tus apóstoles: ¡que eres la entraña cósmica que incubas el mañana! |
Nicolás Guillén
CANTO NEGRO
¡Yambambó, yambambé!
Repica el congo solongo, repica el negro bien negro; congo solongo del Songo baila yambó sobre un pie.
Mamatomba,
serembe cuserembá.
El negro canta y se ajuma
el negro se ajuma y canta, el negro canta y se va.
Acuememe serembó.
aé; yambó, aé.
Tamba, tamba, tamba, tamba,
tamba del negro que tumba: tumba del negro, caramba, caramba, que el negro tumba: ¡yamba, yambó, yambambé!
Ramón Guirao
BAILADORA DE RUMBA
Bailadora de guaguancó, piel negra, tersura de bongó. Agita la maraca de su risa con los dedos de leche de sus dientes. Pañuelo rojo -seda-, bata blanca -almidón-, recorren el trayecto de una cuerda en un ritmo afrocubano de guitarra, clave y cajón. «¡Arriba, María Antonia, alabao sea Dió!» Las serpientes de sus brazos van soltando las cuentas de un collar de jabón.
Emilio Ballagas
ELEGIA TERCERA
A Manuel Navarro Luna
Me veo morir en muertes sucesivas,
en espiral de muerte inacabable
por espejos de muerte presidida.
De una muerte a otra muerte presurosa
teje una araña verdinegra y grave
hilos de muerte dulce y conmovida.
Llueve la muerte en diminutas muertes,
en ceniza dispersa y silenciosa.
Llueve la muerte en círculos de otoño,
llueve en maduras hojas desprendidas
Y llueve y llueve herida por el viento
en pequeñas agujas de amargura
y rotas amapolas sin destino.
A
través de la niebla equivocada
adivino los labios que tenías,
el tacto musical que me acercabas,
los paisajes con humo de tu abrazo…
y en la fugaz herida del relámpago
se enciende para huir sin voz ni huellas
el armonioso nombre que esgrimías.
Lento deshielo y agua desolada
va río abajo, corazón adentro,
anhelosa de tumba la corriente
en que flotando como rama seca,
inútil tu memoria de luceros
busca en mi mar suicidio, pide olvido.
Agustín Acosta
DÉCIMA
¡Gigantesco acorazado
que va extendiendo su imperio y edifica un cementerio con las ruinas del pasado…! Lazo extranjero apretado con lucro alevoso y cierto; lazo del verdugo experto en torno al cuello nativo… ¡Mano que tumba el olivo y se apodera del huerto…!
José Z. Tallet
PARA DORMIR A UN NEGRITO
Dórmiti mi nengre, dórmiti ningrito. Caimito y merengue, merengue y caimito. Dórmiti mi nengre, mi nengre bonito. ¡Diente de merengue, bemba de caimito! Cuando tú sia glandi vá a sé bosiador… Nengre de mi vida, nengre de mi amor… (Mi chiviricoquí, chiviricocó… ¡Yo gualda pa ti tajá de melón!) Si no calla bemba y no limpia moco, le va’ abrí la puetta a Visente e’ loco. Si no calle bemba, te va’ da e’ sutto. Te va’ llevá e´ loco dentre su macuto. Ne la mata e’ güira te ñama sijú. Confío en la puetta ttá e’ tatajú… Dórmiti mi nengre, cara ‘e bosiador, nengre de mi vida, nengre de mi amor. Mi chiviricoco, chiviricoquito. Caimito y merengue, merengue y caimito. A’ora yo te acuesta ‘la ‘maca ‘e papito y te mese suave… du’ce… depasito… y mata la pugga y epanta moquito pa que droma bien mi nengre bonito… |
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