Poeta, periodista, dramaturgo y novelista;
nació el año 1877 en Laujar de Andarax, pequeño pueblo de la provincia de
Almería, perteneciente a la comunidad autónoma de Andalucía (España). Estudió
en la universidad de Granada y a los 20 años trasladó su residencia a Madrid
para dedicarse al periodismo. Allí colaboró en muchas revistas y diarios de
España. Recorrió varias veces la América española como empresario teatral y
recitador de sus poemas. Ferviente admirador del poeta nicaragüense Rubén
Darío, fue su mejor discípulo y el más genuino continuador del estilo
modernista iniciado por éste.
Villaespesa gozó en vida de una popularidad
inmensa. Su fecundidad fue pasmosa y por ello, algunos críticos reprochan que
esa fecundidad y fogosidad en su escritura, le hicieran publicar a borbotones
por su enorme facilidad para la versificación, pero no depuraba ni seleccionaba
sus escritos.
Lo profano y lo bohemio, lo sensual, lo
triste, lo febril y el decaimiento, lo preciosista y lo moroso, tuvieron en
este poeta andaluz un intérprete genial. En ocasiones, la mera sonoridad verbal
le arrastró al amaneramiento. Poseyó la gracia voluptuosa y florida de los
frondosos jardines árabes. Y, sin embargo, entre los miles y miles de sus
poesías, pueden espigarse un centenar corrido de auténtica inspiración y
belleza, dignas de las más admirables del parnaso español.
En el año 1936 murió en Madrid a la edad de
59 años.
OCASO
Asómate al balcón; cesa en tus bromas, y la tristeza de la tarde siente. El sol, al expirar en Occidente, de rojo tiñe las vecinas lomas. El jardín nos regala sus aromas; mece el aire las hojas suavemente, y en las blancas espumas del torrente remojan su plumaje las palomas. Al ver con qué tristeza en la llanura amortigua la luz su refulgencia, mi corazón se llena de amargura... ¡Quizá el amor que en vuestros pechos arde, apagarse veremos en la ausencia, como ese sol en brazos de la tarde!... |
Sonetillo
Sus frases nunca me hirieron y siempre me consolaron... ¡Heridas que otras me abrieron, sus propias manos cerraron! Aun cuando penaba tanto, tan buena conmigo era, que hasta me ocultaba el llanto para que yo no sufriera. Con su infinita ternura, mi más intensa amargura supo siempre consolar... ¡Y qué buena no sería, que al morirse sonreía para no verme llorar! |
LA
SOMBRA DE LAS MANOS
¡Oh enfermas manos ducales, olorosas manos blancas!... ¡Qué pena me da miraros, inmóviles y enlazadas, entre los mustios jazmines que cubren la negra caja! ¡Mano de marfil antiguo, mano de ensueño y nostalgia, hecha con rayos de luna y palideces de nácar! ¡Vuelve a suspirar amores en las teclas olvidadas! ¡Oh piadosa mano mística! Fuiste bálsamo en la llaga de los leprosos, peinaste las guedejas desgreñadas de los pálidos poetas; acariciaste la barba florida de los apóstoles y de viejos patriarcas, y en las fiestas de la carne, como una azucena, pálida, quedaste, en brazos de un beso, de placer extenuada... ¡Oh manos arrepentidas! ¡Oh manos atormentadas! ¡En vosotras han ardido los carbones de la Gracia! ¡En vuestros dedos de nieve soñó amores la esmeralda; fulguraron los diamantes como temblorosas lágrimas, y entreabrieron los rubíes sus pupilas escarlata! ¡Junto al tálamo florido, en la noche epitalámica, temblorosas desatasteis de una virgen las sandalias! ¡Encendisteis en el templo los incensarios de plata, y al pie del altar, inmóviles, os elevasteis cruzadas como un manojo de lirios que rezase una plegaria! |
¡Oh mano exangüe, dormida entre flores funerarias! ¡Los ricos trajes de seda, esperando tu llegada, envejecen en las sombras de la alcoba solitaria! ¡En Ia argéntea rueca, donde áureos ensueños hilabas, hoy melancólicas tejen sus tristezas las arañas! ¡Abierto te espera el clave, y sus teclas empolvadas aun de tus pálidos dedos las blancas señales guardan! En el jardín, las palomas están tristes y calladas, con la cabeza escondida bajo el candor de las alas... ¡Sobre la tumba, el poeta inclina la frente pálida, y sus pupilas vidriosas en el fondo de la caja aún abiertas permanecen, esperando tu llegada! Blancas sombras, blancas sombras de aquellas manos tan blancas, que en las sendas florecidas de mi juventud lozana deshojaron la impoluta margarita de mi alma... ¿Por qué oprimía en la noche como un dogal mi garganta? ¡Blancas manos! ... Azucenas por mis manos deshojadas... ¿Por qué vuestras finas uñas en mi corazón se clavan? ¡Oh enfermas manos ducales, olorosas manos blancas! ¡Qué pena me da miraros inmóviles y enlazadas, entre los mustios jazmines que cubren la negra caja! |
¿CONOCE
ALGUIEN EL AMOR?
¿Conoce alguien el amor? ¡El amor es un sueño sin fin! Es como un lánguido sopor entre las flores de un jardín... ¿Conoce alguien el amor? Es un anhelo misterioso que al labio hace suspirar, torna al cobarde en valeroso y al más valiente hace temblar; es un perfume embriagador que deja pálida la faz; es la palmera de la paz en los desiertos del dolor... ¿Conoce alguien el amor? Es una senda florecida, es un licor que hace olvidar todas las glorias de la vida, menos la gloria del amar... Es paz en medio de la guerra. Fundirse en uno siendo dos... ¡La única dicha que en la tierra a los creyentes les da Dios! Quedarse inmóvil y cerrar los ojos para mejor ver; y bajo un beso adormecer..., y bajo un beso despertar... Es un fulgor que hace cegar. ¡Es como un huerto todo en flor que nos convida a reposar! ¿Conoce alguien el amor? ¡Todos conocen el amor!
El
amor es como un jardín
envenenado de dolor..., donde el dolor no tiene fin. ¡Todos conocen el amor! Es como un áspid venenoso que siempre sabe emponzoñar al noble pecho generoso donde le quieran alentar. Al más leal traidor, es la ceguera del abismo y la ilusión del espejismo... en los desiertos del dolor. ¡Todos conocen el amor! |
¡Es
laberinto sin salida
es una ola de pesar que nos arroja de la vida como los náufragos del mar! Provocación de toda guerra..., sufrir en uno la de dos... ¡La mayor pena que en la tierra a los creyentes les da Dios! Es un perpetuo agonizar, un alarido, un estertor, que hace al más santo blasfemar... ¡Todos conocen el amor!
CONVENTO EN RUINAS
El viejo monasterio abandonado se pudre de vejez en la colina, muda la torre, el coro derrumbado, y todo el claustro amenazando ruina. Seca la fuente, el huerto se ha secado; en sus silencios ni un jilguero trina... Tan sólo por las piedras del cercado rastrera hiedra en verdecer se obstina. Susurra el viento fúnebres querellas por los patios ruinosos y desiertos... Y, ajena a mundanales intereses, parece que a la luz de las estrellas está rezando, por los monjes muertos, la gris Comunidad de los Cipreses. |
LA RUECA
La Virgen cantaba, la dueña dormía... La rueca giraba loca de alegría. -¡Cordero divino, tus blancos vellones no igualan al lino de mis ilusiones! Gira, rueca mía; gira, gira al viento... ¡Amanece el día de mi casamiento! ¡Hila con cuidado mi velo de nieve, que vendrá el Amado que al altar me lleve! Se acerca... Le siento cruzar la llanura... Sueña la ternura de su voz el viento... ¡Gira, rueca loca; gira, gira, gira! ¡Su labio suspira por besar mi boca! ¡Gira, que mañana, cuando el alba cante la clara campana, llegará mi amante! ¡Cordero divino, tus blancos vellones no igualan al lino de mis ilusiones! La luz se apagaba; la dueña dormía; la Virgen hilaba, y sólo se oía la voz crepitante de la leña seca..., y el loco y constante girar de la rueca. |
POR TIERRAS DE SOL
Y SANGRE
VII GRANADA Bajo el sopor canicular se enerva la calle tortuosa de misterio, donde, amarilla y fláccida, la yerba crece como en un viejo cementerio. El sol ciega... Las puertas entornadas esperan algo que vendrá seguro, ahogando en el silencio sus pisadas y arrastrando su sombra sobre el muro. La oscuridad de pobres interiores acuchillan de luz los resplandores de familiares cobres, y en el fondo la vaga y verde claridad del huerto... ¡Reina un silencio tan pesado y hondo como si todo se encontrase muerto! VIII EL ALBAICÍN Con pereza oriental, en la colina dormita, ebrio de sol, el Albaicín. Torcida higuera su ramaje inclina entre rojos tapiales de un jardín. Una acritud de fruta ya madura y podrida trasciende del vergel, mientras el fuego de la calentura va esculpiendo las venas en la piel. El arco de una arábiga cisterna nos brinda el eco de su agua interna, que nunca doró el sol, y la frescura de su sombra antiquísima... ¡Y advierte la carne en su pesada calentura la fiebre de la vida y de la muerte! X CÓRDOBA En el sopor circular dormita el alma con sus épicas quimeras, bajo los arcos de la gran Mezquita como un viejo bosque de palmeras. De pronto, el fasto antiguo resucita con pompas de orientales primaveras. Resplandecen los muros y palpita el aire en un desfile de banderas. Fulge bajo las níveas vestiduras el oro de las finas armaduras... Abro los ojos, pálido, y contemplo la faz de un viejo Cristo ensangrentado, -símbolo de mi vida-abandonado en la medrosa oscuridad del templo. |
VOCABULARIO
Borbotones Erupción que hace el agua de abajo
para arriba, elevándose sobre la superficie. / Hablar atropelladamente, de tropel,
con desorden y confusión, muy deprisa.
Bohemio Vida que se aparta de las normas y
convenciones sociales, principalmente la atribuida a los artistas
Febril Ardoroso, desasosegado, inquieto.
Morosidad Lentitud, dilación, demora. / Falta de actividad o
puntualidad.
Amaneramiento Falta de variedad en el estilo.
Parnaso Conjunto de todos los poetas, o de
los de un pueblo o tiempo determinado.
Ducal Perteneciente
o relativo al duque.
Epitalamio Composición poética del género lírico, en celebración de una boda.
Exangüe Desangrado, falto de sangre. / Sin ninguna fuerza, aniquilado.
Impoluta Limpio, sin mancha.
Dogal Cuerda o soga de la cual con un nudo se forma un lazo para atar las caballerías por el cuello. / Cuerda para ahorcar a un reo o para algún otro suplicio. / Lazada escurridiza con que se comienza la atadura de dos maderos.
Estertor Respiración anhelosa, generalmente ronca o silbante, propia
de la agonía y del coma.
Dueña Mujer que tiene el dominio de una finca o de otra cosa. / Monja o beata que vivía antiguamente en comunidad y solía ser mujer principal. / Mujer viuda que para autoridad y respeto, y para guarda de las demás criadas, había en las casas principales. / Para referirse a la señora o mujer principal casada. / Mujer que no era doncella.
Rueca Instrumento que sirve para hilar, y
se compone de una vara delgada con un rocadero hacia la extremidad superior.
Sopor Adormecimiento,
somnolencia. / Modorra morbosa persistente.
Canícula Período del año en que es más fuerte el calor. / Tiempo del
nacimiento helíaco de Sirio, que antiguamente coincidía con la época más
calurosa del año, pero que hoy no se verifica hasta fines de agosto.
Enervar Debilitar, quitar las fuerzas. / Debilitar la fuerza de las
razones o argumentos. / Poner nervioso.
Albaicín Barrio costanero, pendiente.
Tapiales Molde de dos tableros paralelos en que se forman las
tapias. / Trozo de pared que se hace con tierra amasada. / Pared formada de
esta manera.
Fasto Se
dice del día en que era lícito en la antigua Roma tratar los negocios públicos
y administrar justicia. / Dicho, por contraposición a nefasto, de un
día, de un año, etc.: Feliz o venturoso.
Fulgir Brillar,
resplandecer.
Nívea De nieve, o semejante a ella.
Medroso Temeroso, pusilánime, que de cualquier cosa tiene miedo. / Que
infunde o causa miedo.
Notas.
Dos
ejercicios muy importantes en el poeta: 1) Depurar (limpiar, purificar) y 2) seleccionar
(escoger lo mejor)
Estilo
modernista
·
Los
escritores modernistas van a cultivar sobre todo la poesía. Intentan generar
belleza a través sobre todo, de la vista y el oído. Lo hacen utilizando muchas
imágenes, a través de las metáforas.
·
Hay
escritores que pertenecen al Modernismo, pero que no escriben con una métrica
tan complicada. Escriben buscando belleza, pero a través de la sencillez,
describiendo el sentimiento.
Meditación sobre el poema "¿Conoce alguien el amor?" en
http://mis-palabras-con-sentido.blogspot.com/2013/06/conoce-alguien-el-amor.HTML
Meditación sobre el poema "¿Conoce alguien el amor?" en
http://mis-palabras-con-sentido.blogspot.com/2013/06/conoce-alguien-el-amor.HTML
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