martes, 8 de octubre de 2013

HERMANOS ÁLVAREZ QUINTERO


 
Monumento a los hermanos Álvarez Quintero

 

LA ROSA DEL JARDINERO

Era un jardín sonriente;
era una tranquila fuente
de cristal;
era, a su borde asomada
una rosa inmaculada
de un rosal.

Era un viejo jardinero
que cuidaba con esmero
del vergel,
y era la rosa un tesoro
de más quilates que el oro
para él.

A la orilla de la fuente
un caballero pasó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.

Y al notar el jardinero
que faltaba en el rosal,
cantaba así, plañidero,
receloso de su mal:

-Rosa la más delicada
que por mi amor cultivada
nunca fue;
rosa la más encendida
la más fragante y pulida
que cuidé;

blanca estrella que del cielo
curiosa del ver el suelo
resbaló;
a la que una mariposa
de mancharla temerosa
no llegó.

¿Quién te quiere? ¿Quién te llama
por tu bien o por tu mal?
¿Quién te llevó de la rama
que no estás en tu rosal?

¿Tú no sabes que es grosero
el mundo? ¿Qué es traicionero
el amor?
¿Qué no se aprecia en la vida
la pura miel escondida
en la flor?


¿Bajo qué cielo caíste?
¿A quién tu tesoro diste
virginal? ¿En qué manos te deshojas?
¿Qué aliento quema tus hojas
infernal?

¿Quién te cuida con esmero
como el viejo jardinero
te cuidó?
¿Quién por ti sólo suspira?
¿Quién te quiere? ¿Quién te mira
como yo?

¿Quién te miente que te ama
con fe y con ternura igual?
¿Quién te llevó de la rama,
que no estás en tu rosal?

¿Por qué te fuiste tan pura
de otra vida a la ventura
o al dolor?
¿Qué faltaba a tu recreo?
¿Qué a tu inocente deseo
soñador?

En la fuente limpia y clara
¿espejo que te copiara
no te di?
¿Los pájaros escondidos,
no cantaban en sus nidos
para ti?

¿Cuándo era el aire de fuego,
no refresqué con mi riego
tu calor?
¿No te dio mi trato amigo
en las heladas abrigo
protector?

¿Quién para sí te reclama?
¿Te hará bien o te hará mal?
¿Quién te llevó de la rama
que no estás en tu rosal?

......

Así un día y otro día,
entre espinas y entre flores,
el jardinero plañía,
imaginando dolores,
desde aquél en que a la fuente
un caballero llegó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.

AUTORRETRATO

Fuimos... entre espigas y olivares:
el uno esperó al otro en la lactancia,
y en el primer pinito de la infancia
ya escribimos comedias y cantares

Después... libros, y novias y billares
(¡memorias que ilumina la distancia!)
luego... una juventud cuya fragancia
envenenan agobios y pesares.

Fuimos... cuanto hay que ser: covachuelistas,
estudiantes, "diablillos", editores,
críticos, "pintamonos", retratistas...

Y hoy, como ayer, sencillos escritores
que siguen, a la luz de sus conquistas,
sembrando sueños por que nazcan flores.
 

AÑO NUEVO

De su ventana, tras el verde herraje,
entre flores de invierno prisionera,
una mujer, humana primavera,
teje, soñando, delicado encaje.

Sus manos, palomitas sin plumaje,
hacen labor paciente y duradera,
y su alma, mariposa volandera,
libre va de un paraje a otro paraje.

Se lleva un año muertas ilusiones:
ni amor de novio, ni amistad de amigo...
¿Dónde están los amantes corazones?

Y entristecida, y sola, y sin testigo,
piensa, al calor de ocultas emociones:
"¡Ven, Año Nuevo! ¡Y el amor contigo!"
 
 
ABRIL

Con sus nieves y aguas mil
al invierno el sol destierra;
suspira alegre la tierra
y ese suspiro es abril.

¡Abril!, el primer albor
de la mañana en el cielo;
¡abril!, el primer anhelo;
¡abril!, la primera flor.

El primer ímpetu ardiente
de la vida, antes en calma;
el primer grito en el alma;
el primer sueño en la frente.

Abril es por maravilla
flor de eterna juventud;
abril es fuerza y salud;
abril sabe a manzanilla.

Abril es aura que cruza
entre flores a escoger;
abril es una mujer,
y una mujer andaluza.

Abril ama, sueña, engríe
canta, bulle y alborota;
abril es clavel que brota,
abril es boca que ríe.

¡Abril! ¿A quién no has dejado
el recuerdo de un amor
y las hojas de una flor
en el libro más preciado?

 
DOLOR    DE

I
-Dime: ¿por qué as ese llanto?
-Por una ilusión perdida
por una reciente herida,
por un nuevo desencanto...
Pues no llores más... y olvida.

II
-¿Por qué lloras, flor de flores?
-Porque el que era dueño mío,
el que me hablaba de amores,
me hiere con un desvío...
-Pues olvídalo... y no llores
DOLORES

III
-¿Por qué sollozas ahora?
-¡Ay! Ya no alumbra la aurora
ni dará. flores mi huerto...
Lloro por mi niño muerto...
-Pues no lo olvides... y llora.

GUADALQUIVIR
En su nacimiento, en Cazorla.

¡Detente aquí, viajero! En estas peñas
nace el que es y será rey de los ríos,
entre pinos gigantes y bravíos,
que arrullan su nacer y ásperas breñas.

El reflejo otro tiempo las enseñas,
las armas, los corceles y atavíos
de razas imperiosas, cuyos bríos
postráronse en sus márgenes risueñas
ensancha entre olivos y trigales,
y al mar corre a rendirle sus cristales.

Mas coma lleva sal de Andalucía,
sus aguas vuelve a las del mar iguales,
para llegar mas lejos todavía...

Y así van sus caudales,
triunfantes en el seno de las olas,
a las playas de América españolas.
LA SIESTA

En un rincón de un patio fresco y ameno,
que alegran y perfuman aves y flores,
una niña morena, que tiene amores,
duerme, puestas las manos sobre su seno.
.
Sueña, y al grato hechizo de cuanto mira
a través de la bruma de lo soñado,
se dilata su seno blanco y rosado,
y su boca de grana se abre y suspira.

Luz del alma ilumina su rostro hermoso:
se encienden sus mejillas, tiembla y sonríe,
y más con lo que sueña su amor se engríe,
y es cada vez su aliento más anheloso...

Murmura luego su nombre: nadie contesta...
Abre sus ojos negros con mudo espanto,
y al ver de sus quimeras roto el espanto
volviendo al sueño dice: ¡Bendita siesta!

 
 
LA MEJOR COPLA

En el descanso de una jornada,
que si fue dura, si fue sangrienta,
por ha Victoria fue coronada,
junta a la hoguera que los calienta,
enardecidos y decidores
con fe en la vida y alma contenta,
varios soldados cantan amores,
como quien quiere buscando flores
borrar el daño de la tormenta.

Harto seguro de su donaire,
toca uno de ellos una guitarra,
y una garganta que se desgarra
lanza esta copla, que roba el aire:

La heridita que me han hecho
es chiquitita y es roja:
¡bendiga Dios esta herida,
que me recuerda tu boca!

Con recios gritos y ¡oles! ardientes
al que ha cantado premia el cornillo:
porque la copla lleva a las frentes,
en su lenguaje puro y sencillo
la imagen viva de las ausentes
cuyo retrato guarda el hatillo.

Y aun no repuestos los campeones
de esta alegría que en sentimiento
tiene anegados los corazones
cuando quejosa como un lamento
de ha vihuela siempre a los sones,
salta otra copla que roba el viento:
 
 
 
 
 
 
Aquel base de mi madre me
dio miedo de la guerra,
y en la guerra soy valiente
por devolvérselo a ella

¡Amor de madre! Rico tesoro
que late dentro de las entrañas,
como en el centro de las montañas
oculto el oro:

al evocarte con voz dolida,
sienten los héroes como encendida
sobre su rostro la intensa huella
de aquellos besos de despedida
que da tan sólo la boca de ella.

En algún pecho brota un sollozo;
algunos ojos anubla el llanto;
y al advertirlo sagaz el mozo
de las cantares, por el quebranto
volver en gozo para la patria tiene este canto:

Que cuál patria era su patria
le preguntaron a Dios,
y sin pararse a pensarlo,
Él dijo que era español.

Estallan risas frescas y locas
de honda alegría;
gritan a un tiempo todas las bocas,
y amortiguando la algarabía
con su apostura serena y pía,
pasa una virgen de blancas tocas.
 
 
 
 
Lleva en sus ojos, dulces y bellos,
por el insomnio martirizados
de amor cristiano dulces destellos;
lleva sus dedos ensangrentados,
porque amorosos tocaron ellos
en las heridas de los soldados.

¡Amor de todos! Este as su emblema,
éste es su norte y éste su aliento,
y amando a todos viva el poema
de la ternura y el sufrimiento.

La mira el mozo, su ardor extrema,
y con el alma puesta en su acento,
canta esta copla, que luego el viento
lleva a más alta región suprema:

La caridad no pregunta
ni las nombres ni las tierras:
como la mar llama al río,
el llanto la llama a ella.

Canto de penas del mundo entero,
por generoso, por lastimero,
conmueve a todos... Noble y augusta
sigue la hermana por el sendero.

Y otro muchacho dice al coplero
con voz velada, pero robusta:
-Tengo una patria por la que muero,
tengo una novia que es un lucero,
tengo una madre cristiana y justa,
y, sin embargo, mi compañero,.
ése es el canto que yo prefiero,
¡ésa es la copla que más me gusta!

Serafín Álvarez Quintero (Utrera, Sevilla, 26 de marzo de 1871Madrid, 12 de abril de 1938) y su hermano Joaquín (Utrera, 20 de enero de 1873Madrid, 14 de junio de 1944) fueron unos comediógrafos españoles conocidos popularmente como los Hermanos Álvarez Quintero.

Se instalaron en Sevilla, donde vivieron bastante tiempo como empleados de Hacienda, mientras colaboraban en diversas publicaciones como El Diablo Cojuelo, e iniciaron paulatinamente su dedicación exclusiva al teatro. Su debut como autores tuvo lugar en 1888 con Esgrima y amor en el Teatro Cervantes de Sevilla. El éxito de la comedia les impulsa a viajar a Madrid, donde, a partir de 1889, estrenan varios sainetes líricos y juguetes cómicos: Gilito (1889), Blancas y negras (1892), La media naranja (1894), La buena sombra (1895), La reja (1897), El traje de luces (1898), El patio (1900). Ambos hermanos colaboraron en todas sus obras dramáticas y fueron miembros de la Real Academia de la Lengua Española.

Su primer éxito resonante lo obtuvieron en 1897 con El ojito derecho. A este éxito sucedieron muchos otros más, siendo especialmente recordados Las flores (1901), El genio alegre (1906), Malvaloca (1912), Puebla de las mujeres (1912), Las de Caín (1908) y Mariquilla Terremoto (1930). Fueron nombrados hijos predilectos de Utrera y Sevilla y adoptivos de Málaga y Zaragoza. Sus obras fueron traducidas a todos los idiomas; se representaron en las más apartadas latitudes y sus autores gozaron de innumerables homenajes. Los restos de ambos se encuentran en el cementerio de San Justo de Madrid.

Aunque no escribieron únicamente comedias (Fortunato, Nena Teruel, Mundo mundillo..., Los leales, Dios dirá, La calumniada, Don Juan, buena persona, Tambor y cascabel, La boda de Quinita Flores, Pasionera, Concha la Limpia, Los mosquitos, Las de Abel, Diana la cazadora, Sábado sin sol, La flor de la vida, Así se escribe la Historia, Amores y amoríos, El centenario, Doña Clarines, Febrerillo, el loco, La casa de García, La rima eterna, Cabrita que tira al monte, Los duendes de Sevilla, Ventolera, 1944 etc.), sainetes (Mañana de sol, 1905), libretos de zarzuela (La reina mora, 1903) y piezas cómicas, sino también dramas (Malvaloca, 1912; Cancionera, 1924), fue en esos géneros en los que fundamentalmente se les recuerda a causa de su gran talento cómico. En total escribieron cerca de doscientos títulos, algunos de ellos premiados, como por ejemplo Los Galeotes, que recibió el premio de la Real Academia a la mejor comedia del año. Su última obra conjunta es La Giralda, zarzuela de José Padilla.

Muchas de sus piezas son de naturaleza costumbrista, describiendo el modo de ser de sus nativas tierras andaluzas, pero dejando al margen la visión sombría y miserable de las lacras sociales; su Andalucía es la de la luz y la del colorido; su ideología es tradicionalista. Según Francisco Ruiz Ramón en Historia del Teatro Español Siglo XX, Cátedra, 1995, "los supuestos básicos de este teatro son los de un realismo naturalista ingenuo". El lenguaje de sus piezas es un castellano depurado y elegante pasado por el tamiz fónico del dialecto andaluz; sus chistes son finos y de buen gusto, sin llegar nunca a la chabacanería; con ello estilizaron e idealizaron el género chico; abunda la gracia y la sal y hay una genuina vis cómica. Son maestros en el diálogo, que es siempre vivaz y gracioso. Es por ello por lo que en los años treinta su arte se aprovecha en el cine, creando varios guiones para las películas de la mítica Estrellita Castro. Dramáticamente no aportan ninguna novedad sustancial técnica ni estructuralmente, pero depuraron el andalucismo de la misma forma que hizo Carlos Arniches con el madrileñismo. Sin embargo nunca pasaron más allá en su crítica social, que se detiene en el ternurismo y en lo melodramático; se trata en suma de comedias burguesas que ofrecen una visión idealizada y amable de Andalucía que no inquiete al espectador medio; la alegría de vivir acalla cualquier atisbo de conflicto dramático. Es esta alegría de vivir la que salvó el teatro de los hermanos Quintero de implacables críticos como Ramón Pérez de Ayala, Azorín o Luis Cernuda.

Sus Obras completas se editaron en Madrid: Fernando Fe y Espasa-Calpe, 1918-1947, en cuarenta y dos volúmenes.

Meditación sobre poema "La rosa del jardinero" en

http://mis-palabras-con-sentido.blogspot.com/2013/07/el-huerto-de-dios.html
 

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